¿De qué nos sirve que como humanidad hayamos avanzado en diferentes campos de la ciencia, las astronomía, la tecnología, que vivamos facilitando el diario vivir con el uso de los bot para agilizar y facilitar las comunicaciones?
¿De qué nos sirve que hayamos descubierto otros planetas, otras galaxias, que Martes represente vida y que ya se puedan realizar mutaciones del cuerpo humano a través de una genética que sólo veíamos en cine? ¿De qué nos sirve haber descubierto el códice secreto de la evolución y de conquistar los cielos con carros voladores? ¿De qué nos sirve tantos avances si al final de todo no hemos podido superar las diferencias y nos seguimos matando, seguimos vulnerando derechos, patrocinando guerras y matando la niñez con el arma más cruel y despiadada, como es la indiferencia?
Es contradictorio avanzar en tantos campos de la ciencia y no haber conquistado el avance interno de la tolerancia, de sensibilidad y solidaridad que es al final lo que debe constituir la humanidad. No es concebible lo que pasa en Gaza donde se bombardea, se humilla y se mata con la crueldad irracional de que el avance, del que tanto nos ufanamos es restado por nuestro comportamiento intolerante hacia el prójimo. La cruel agresividad enmarcada por el odio le ha ganado el campo a los avances y con ello a la sensatez. No se justifica que en el marco legal de los derechos humanos hoy se acólite el exterminio de Gaza. Se practique el método del bloqueo y de la hambruna para desaparecer a miles de palestinos donde los niños y mujeres sufren en sus cuerpos la despiadada indiferencia del mundo entero. Más de 500 mil habitantes, la misma población de ciudades como Villavicencio, Valledupar, Santa Marta, Ibagué y Montería en Colombia; sufre de desnutrición severa y 75 mil niños están en la puerta de la muerte por falta de alimentación. Lo paradójico es que Netanyahu y el grupo Hamás se reparten responsabilidades mientras lentamente se va exterminando la vida en Palestina.
Es que el avance en todos los campos de la ciencia y la sociedad en pleno Siglo XXI nos demuestra que no hemos podido avanzar en el reconocimiento de las diferencias como pilar fundamental de sociedad. Y lo que pasa en Gaza es la muestra de que ningún avance por importante que sea para la vida futurista sin complicaciones como la que desean algunos, no puede alejarnos de la sensibilidad humana enmarcada en la solidaridad mundial, que nos demuestra que todos somos humanos con los mismo derechos de libertad y dignidad donde quiera que vayan.
Exijamos la paz de Gaza como la paz mundial como si fuéramos nosotros los que estuviéramos diariamente en ese constante bombardeo y bloqueo. Alcemos la voz como si fueran nuestros hijos los desnutridos y despojados, para así entender que la solidaridad se transmite no por redes comunicacionales, las cuales son un canal de denuncia y la vía masiva e inmediata para ello, pero es con sensibilidad y valores lo que nos puede salvar del horror más grande de este nuevo holocausto, como es la indiferencia. La cual no está en un chip, sino en el interior de cada uno de nosotros.
